Arturo Jauretche

Los pueblos no odian, odian las minorías. Porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor.



sábado, 25 de enero de 2014

Hacernos cargo

Finalmente la salida a la encrucijada en la que se encuentra la economía ha sido devaluatoria, o al menos dicha tensión generó una fuerte devaluación, la cual no es neutral y trae aparejados ganadores y perdedores. Creo importante antes de continuar detenerme en el concepto de devaluación para luego profundizar sobre las consecuencias. En economía se entiende por devaluación la pérdida de poder de compra de una moneda respecto de otras, que es lo que ocurrió con el PESO el último año y particularmente en la última semana. El dólar pasó a costar $8,03 cuando hace exactamente un año costaba $4,97 (61,5% de devaluación) y el salto entre el martes y viernes últimos fue de 16,5%. Si bien la referencia es respecto del dólar por tratarse de moneda más ampliamente aceptada a nivel global, la pérdida de valor del PESO fue respecto de todas las monedas (euro, real, peso chileno, peso uruguayo, etc.). Es por esto que sin eufemismos debe aceptarse que se produjo una fuerte devaluación del PESO el último año, fuertemente acentuada la última semana. Y digo esto ya que he notado cierta reticencia dentro de los que adherimos al proyecto kirchnerista a llamar devaluación a la devaluación. Como se menciona más arriba, la devaluación no es neutral. Repasemos porqué. El aumento del valor del dólar beneficia principalmente a los exportadores, quienes venden su producción en dólares y obtienen mayor cantidad de PESOS por el mismo producto. Dentro de estos ganadores están, fundamentalmente, los sectores agroexportadores que vienen presionando por esta devaluación, vía retención de granos, hace un largo tiempo. A su vez, la devaluación genera aumento de precios en PESOS (inflación) ya que muchos productos que se consumen en el mercado local son importados (muchos electrónicos por ejemplo) o tienen componentes importados. Incluso aquellos bienes que son producidos íntegramente en el país, como por ejemplo la leche, requieren equipamiento (bienes de capital) importados o con alto porcentaje de componentes importados. Es decir que para una empresa láctea pasa ahora a ser más caro ampliar su capacidad de producción o mejorar su productividad, lo que finalmente impacta en el precio y/o cantidad de leche que podrá ofrecer. Pero siguiendo con la idea de ganadores y perdedores, podríamos decir que todos aquellos actores económicos que pueden ajustar sus precios (empresas, comerciantes, cuantapropistas) posiblemente puedan neutralizar el efecto negativo de la inflación vía aumento de precios, por lo que, simplificando, podría decirse que salen empatados. Entonces, ¿quiénes pierden? Claramente los perdedores son los sectores asalariados, que sólo pueden ajustar sus ingresos vía aumentos salariales que son anuales y no mayores al 25%-30% en PESOS para los sectores formales (trabajadores en blanco). Dentro de los perdedores claramente aún resultan más perjudicados los asalariados informales (trabajadores en negro) los que tienen menos herramientas para luchar por una recomposición salarial. Es decir que la devaluación hace perder poder adquisitivo de los salarios y genera una regresiva distribución del ingreso (es decir que se llevan más los que ya se llevaban más). Ahora bien, ¿si la devaluación es negativa para los sectores populares por qué un Gobierno que los viene favoreciendo como ningún otro en 60 años genera esta salida devaluatoria? Esta es la pregunta que incomoda al kirchnerismo y para la cual ya se encontró una respuesta tranquilizadora: fue un golpe de mercado generado por Shell. Con esta explicación se purgan culpas y tenemos un excelente chivo expiatorio, la petrolera anglo-holandesa. Pero, ¿nos vamos a conformar con esta respuesta? Revisemos un poco. Shell realizó una compra de 3,6 millones de dólares el jueves 23/01 a $8,70 pero el día anterior el dólar ya había sufrido un fuerte aumento de $0,23 y acumulaba una devaluación anual del 44%. Es decir que, en todo caso Shell realizó una operación desestabilizadora en un contexto de devaluación preexistente. Por otro lado, si con la compra de 3,6 millones de dólares desestabiliza el tipo de cambio es que la situación cambiaria era sumamente endeble. Hay que notar que si el Gobierno hubiera decidido contener el alza del dólar lo podría haber hecho vía venta de reservas del BCRA, de hecho lo hizo el jueves para que el cierre fuera de $7,79 y no de $8,40. Pero finalmente se lo dejó subir a $8,03 el viernes. Es decir que se priorizó resguardar las reservas en lugar de evitar el salto devaluatorio final (recordemos que durante todo 2013 el ritmo devaluatorio había sido bastante mayor al de los años anteriores). Resumiendo, es claro que Shell operó en forma desestabilizadora pero el contexto devaluatorio era preexistente y el Gobierno optó por contener en forma parcial la devaluación buscada por el establishment económico. Rechazando entonces la respuesta autocomplaciente de que Shell es malo y nos hizo devaluar el PESO seguimos aún sin responder porqué el Gobierno convalidó la devaluación del PESO reclamada por el establishement y que perjudica a los sectores populares. Claramente la respuesta no es simple y seguramente debe haber más de una. Para intentar una respuesta debe buscarse por el lado de la restricción externa que generó una fuerte pérdida de reservas del BCRA. Es decir, la situación macroeconómica tensa por la falta de divisas generó un caldo de cultivo óptimo para llegar a esta devaluación. También no hay que dejar de lado el exceso de voluntarismo y los errores no forzados que vienen cometiéndose en el ámbito económico en los últimos tiempos. ¿Qué hacemos entonces con este estado de cosas? ¿Pensamos que se arrearon las banderas y que el proyecto que tanto dio por los sectores postergados claudicó? ¿Seguimos buscando excusas y chivos expiatorios para exculparnos para poder mantener nuestra conciencia nac&pop en paz? Ni una cosa ni la otra, lo que debemos hacer es HACERNOS CARGO de que perdimos una batalla por errores propios y porque el enemigo es fuerte y siempre acecha. Reconocer esta situación, sin eufemismos, sin explicaciones autocomplacientes, revisando errores; es lo que nos puede dar la base para volver a la ofensiva y para poder trabajar por una más justa distribución del ingreso pero esta vez con bases más sólidas que eviten que nos hagan retroceder nuevamente por la vía devaluatoria. A los poderosos de siempre que se afilan los colmillos porque huelen sangre les digo que vamos a seguir dando pelea, no vamos a entregarnos por una batalla perdida.

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo con la explicación desarrollada y también con su corolario. No debemos engañarnos y tenemos que hacernos cargo que perdimos la batalla por errores propios y porque el enemigo es fuerte. También coincido en que hay que rechazar las explicaciones autocomplacientes y echarle toda la culpa a Shell.
    Desde mi punto de vista y dado que las reservas se han usado para el proyecto nac&pop desendeudándonos y dejando de tomar créditos a tasas altas para pagar créditos, que se han tomado los fondos previsionales para subsidiar a quienes realmente lo necesitan y últimamente con la asistencia a los jóvenes entre 18 y 24 años, favoreciendo el crecimiento del consumo de los asalariados en blanco y de los jubilados mediante las paritarias y los dos aumentos anuales, habrá que seguir confiando y apostando al crecimiento de la economía utilizándose reservas para hacer bajar el precio del dolar, autorizándose según lo anunció Kicilhof, la venta a $ 8 ´por dolar a las personas físicas que justifiquen ingresos compatibles con la cantidad de divisas a adquirir y habría también que prohibir y penalizar la compraventa del dolar ilegal con una ley especial que fijara un tipo penal o varios y activar el control y la fiscalización de estas operaciones.

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